es la denominacion de una particular forma de realización audiovisual, en relación directa con un modo de vida destinados a la producción artistica, que se nutre de su entorno y, utilizando los medios a disposición, interpreta esteticamente su realidad más directa.

“Sobre avatares de mudanzas de piel” o “La musa culebra”

Como se desliza, hacia, entre y desde nosotros, zigzagueando la línea, la cuerda loca que nos guía y como ese bichito tan vistoso que perdió las alas acá en la tierra y no es mandinga; así tendré que moverme yo por unos días, cambiando de cobijas como de piel, haciendo nido en cueva ajena, voy a aportar mi calor y dejar mis inmundicias.

Como se protege esa celosa dueña de las siestas calurosas del campo, con colmillos de jeringa, mi defensa es un suero venenoso que arde sí, pero no es mortal. debo reconocer y advertir que a veces el miedo y el instinto de defensa, accionan glándulas que generan cantidades que intento asimilar, corriendo el riesgo de que la dosis me adormezca y en el entresueño suelte afiladas mordidas al aire, pero se elimina éste riesgo simplemente con no dormir a mi lado y estar atento a mis cuidados.

Como atraviesa lo otro (lo que no es), la simpática culebra solitaria y agresiva, voy a ir convidándoles mi obra más íntima, porque con el tiempo y las mudanzas aprendí a refinar mi secreción, mi formula natural, mi saliva con la que puedo preparar un néctar que ofrezco a cambio de comida, techo o amistad; puede producir indigestión, incluso embriaguez, pero resulta interesante para algunos paladares toscos y/o refinados que gustan de experimentar.

Como hace del desierto seco y árido su dulce hogar la sobrina ordinaria de las cobras, ofreciendo su huella cimiento en polvo al viento, hago yo del mundo entero mi lugar al reptar. Conocer es mi olvido y por eso llego y me voy yendo, hasta que me alcancen mis verdugos con horquetas, me pinchen para hacer brochet al horno y bendigan con mi carne una reunión de su cofradía, hasta que su sangre se mezcle con la mía, seca y hervida, hasta que una vez saciados entierren mis huesos bajo el suelo de un centro cultural, hasta ese día voy a seguir entrando sin golpear y haciendo de las suyas mi guarida.

Como cualquier otra criatura de dios, hasta esta que no es taaaan amiga, voy confiando en el sentido de la inercia universal, voy y vengo, y voy a ir así hasta que sus manos preparen conmigo un menú muy especial; mientras tanto sigo arrastrándome, renovando mi piel, madurándola para el candente y delicioso final.

Culebrón Indecente (novela sin
final).

No hay comentarios.: